La Dependencia del Futuro

¿Dependemos de nuestro pasado? ¿Del presente? o ¿De nuestro futuro? Probablemente son incógnitas a las que nos enfrentamos diariamente y nos hacen introducirnos en dilemas confusos y caóticos para nuestro estado emocional. La mayor parte del tiempo, debido a estos dilemas, nos vemos envueltos en dudas y/o ansiedades que nos impiden avanzar o que nos llenan de inseguridad y frustración, pero ¿Por qué pasa esto? A los seres humanos, nos gusta saberlo todo, y el hecho de no tener una idea certera de lo que va a ocurrir el día de mañana, provoca en nosotros una desesperación gigantesca, lo que finalmente nos lleva a enfocarnos tanto en lo que puede llegar a pasar, que nos olvidamos un poco del presente.

Para empezar, ¿Qué es el futuro? Como todos bien sabemos, tiene relación con el tiempo, son episodios que aún no han sucedido y de los que no tenemos conocimiento, a pesar de ello, constantemente nos generamos expectativas sobre él e imaginamos escenarios, generalmente utópicos, para sentirnos un poco más tranquilos con lo desconocido. El problema comienza cuando nos volvemos dependientes de él, y ¿a qué me refiero con esto? Muchas veces esos pensamientos o esas aspiraciones se vuelven obsesiones y nos envuelve una ansiedad de la que nosotros mismos somos responsables y de la que muchas veces no podemos salir, nos inunda una sensación de querer hacer todo por adelantado o lo más rápido posible, haciendo incluso, que una vez que llega lo que hemos esperado tanto, no cumple nuestras expectativas; también, en muchas otras ocasiones, ocurre lo contrario, y nos llenamos de miedo por lo que puede suceder, malgastando nuestro tiempo pensando y/o creyendo que no podremos lograr lo que nos estamos proponiendo, y por lo tanto, que no sucederá nada conforme a nuestros propósitos. Pensar en el futuro, para bien o para mal, provoca en nosotros una inseguridad inmensa y sobre todo, una sensación de vacío por no saber lo que ocurrirá. Llevándolo a la psicología, esto en muchas ocasiones llega a provocar daños que repercuten severamente en la mente de las personas, como lo demuestran las llamadas crisis de ansiedad o las crisis de pánico, las cuales por lo general se deben al incipiente stress que poseen las personas por estos mismos motivos, lo llamado “pensar de más”; cabe destacar, que esto no influye solo en lo psicológico, sino que también en lo físico, la ansiedad provocada por el stress, cuando es exagerado, produce deterioros en el cuerpo, como en la piel, el pelo, entre otras partes, y ya como un punto fuerte, también conduce a un distanciamiento social por los mismos miedos que se tiene de lo que puede pasar en un futuro, como el miedo al abandono o también a posibles problemas sin solución. Todos estos son ejemplos de una sociedad que vive del futuro y no aprovecha el presente, no obstante, tampoco debemos exagerar, es claro que todos planeamos las cosas antes de que sucedan y a veces ni nos damos cuenta, ejemplificando, en actos tan simples como el pensar en “¿Que hare mañana?” o “¿Que comeré esta noche?” y en cierta forma esta bien, porque es parte de la normalidad del ser humano, llevar un orden y una organización, solo que no debemos caer en obsesiones que nos conducirán a un stress desmedido, porque admitámoslo, si nos pasamos la vida imaginando que hacer más adelante, llegara un punto en el que miraremos hacia atrás y nos daremos cuenta de que nunca aprovechamos valiosos momentos por estar preocupados de lo que estamos viviendo en ese instante, que quizá, incluso, ni siquiera llego a cumplir todas nuestras expectativas.

Hablando del presente, hoy estamos enfrentando una época muy difícil, refiriéndose a la pandemia de Covid-19, la cual nos ha llevado a todos a una frustración incontrolada por lo que sucederá más adelante. Las repercusiones que esto ha traído, en todas las personas, han ido variando dependiendo del caso en que se encuentren, y estas pueden verse en distintos ámbitos como en lo emocional, en lo afectivo, en lo económico, etc. En muchos casos o, me atrevería a decir, en la mayoría, ya existía una programación previa que nos habíamos hecho del año 2020, lo que género que una vez que no se hayan dado las cosas como lo esperábamos, cayéramos en una constante lucha en contra de lo que está sucediendo, haciéndonos incluso, daño a nosotros mismos (psicológicamente), buscando soluciones a las que nunca llegamos y buscando combatir a lo que nos esta afectando. Estamos de acuerdo en que quizá este no fue el mejor año para surgir o para comenzar nuevas etapas, pero tengamos la mente un poco más abierta y seamos positivos, veámoslo como una oportunidad para generar nuevas ideas, nuevos proyectos, pana planear de mejor manera, sin desesperarse por lo que ya no fue o por pensar en que las cosas ya no funcionarán como esperábamos, démonos tiempo para nosotros, para estar en paz, para alejarnos un poco de nuestras vidas aceleradas y programadas, centrémonos más en ser felices y en aprovechar de unirnos más con quienes nos rodean. Lo que pasará en un futuro se verá luego, no nos llenemos de desesperación y tomemos las dificultades como aprendizajes o como oportunidades.

En conclusión, nos hemos convertido en una sociedad egocéntrica que no puede vivir con lo que no conoce, que se espanta con lo que es ajeno y que se margina cuando no tiene la razón. Es obvio, que no todas las personas son tan dependientes del futuro como otras, pero si, todos en algún punto nos ligamos a él como un sistema de defensa, y en ocasiones, para sentirnos seguros. Y bueno, puede que también creas en el destino o en las coincidencias, pero no debes aferrarte a eso como si fuera lo único que existe o lo único que puede ocurrir, las coincidencias pasan a diario y el destino, si crees en él o no, sabrá lo que tendrá que hacer y en el momento dado, no nos adelantemos a supersticiones inseguras que nos generaran un caos mental del que nos costara mucho salir.

Carpe Diem

Juliana Tabilo.